Hola,
soy Marina y soy una estudiante ERASMUS francesa de 19 años. Mi
caso es un poco particular, aprendí el castellano con mi familia. Mi padre es
español, así que aprendí con él, con mi familia y con mis amigos y también con
los medios de comunicación, como, por ejemplo, la radio, la televisión, el cine
o la música. Nací y crecí ya en un ámbito más o menos hispanohablante.
Empecé estudiar el castellano a los 13 años en el instituto. Era
una clase particular porque no tenía el mismo nivel que mis compañeros de clase.
Repasé muchos puntos gramaticales con la profesora porque aprendí un castellano
oral. Era una clase muy básica, clásica y teórica.
Los años siguientes decidí seguir las clases con mis compañeros
porque eran mucho más interactivas. Además, para el bachillerato ya no se
necesitaba tanta clase teórica, porque el programa del examen es hablar,
comentar e ilustrar un tema que estudiamos gracias a textos y otros documentos
que vimos en clase. Eso significa que es más una clase de cultura general sobre
los países hispanohablantes mediante películas, textos y canciones
analizándolos y comentándolos entre nosotros y el profesor.
Es verdad que no soy un buen ejemplo en el aprendizaje del
castellano porque no seguí el mismo modelo que los alumnos franceses.
Durante mi carrera, que es Filología Hispánica en la Sorbona en
Paris, las clases son en castellano y los profesores consideran que somos
capaces de entender, leer, comentar y expresarnos en español. Eso significa que
al final de la carrera seremos bilingües.
En general las clases que tuve fueron bastante similares – menos
mi primer año. Gracias al ERASMUS me doy cuenta de que el contacto, la vida y
la enseñanza en el país del cual estamos aprendiendo el idioma es fundamental
para estructurarlo y practicarlo.
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