6 DE NOVIEMBRE UN REGALO ESPECIAL DE UNA PERSONA ESPECIAL

Hola a todos.

Hoy ha sido una clase muy especial para nosotros. Juan y María Luisa cuentan algo que recordarán siempre...

Llegamos como un día cualquiera, dispuesto a escuchar todo lo nuevo que tenían por aprender aquella mañana, pero había algo distinto en nuestra predisposición. Sería la llegada del otoño, que el día era frío o que necesitábamos dar todo de nosotros para sentirnos útil ante la situación que presenciamos clase tras clase.

Los niños, personitas que no tienen conciencia de lo que pasa, puesto que debido a su corta edad no son conscientes enteramente de lo que sucede a su alrededor, pasan muchas horas en las clases. Algunos son bebés de poco menos de un año (si es que llegan a ello) que lloran, patalean, que tienen hambre y sueño, como cualquier bebé de su edad, sin embargo, sus padres tienen que hacer malabares para aprender y, encima por si no fuese complejo aprender un nuevo idioma desde cero, cuidar de ellos durante la clase.

Muchos días, una profe se encarga de los más peques para que sus padres puedan aprender lo más rápido posible, otros días, los bebés no se aguantan ni ellos mismos y el llanto inunda la clase, los pensamientos de sus padres y el agobio de esas familias que, necesariamente necesitan aprender para empezar una nueva vida.

Así que, uno de los padres colocó a un bebé, cansado de sus llantos y agobiado quizás, por sentirse impotente ante el llanto de la criatura que inundaba sus oídos, en el carrito y le dio un biberón lleno de leche. Mi compañero y yo, deseosos de aportar nuestro granito de arena, jugamos con el bebé hasta que cayó en los brazos de Morfeo, devolviendo la calma a la clase y, sobre todo, a sus padres.

Con ello ya éramos bastante felices, creernos, pero en un segundo, otro pequeño que había en la clase, del cual no hemos podido descifrar su nombre, no por él, sino por nuestra torpeza con las palabras que no conocemos, mostró su lado más tierno y más verdadero, como es la risa y un regalo de un niño que no nos muestra perjuicios. Con la calidad de un ser humano noble, que por mucho que haya pasado en su corta vida, siempre está dispuesto a sonreír e inundarnos con su sonrisa.
Nuestro pequeño amigo estuvo toda la hora sentado a nuestro lado, jugando y aprendiendo (no solo él los colores y las formas, las palabras o descubriendo un mundo nuevo de rotuladores fluorescentes), sino nosotros con él, con su viveza, su alegría y su confianza extrema en personas, como nosotros, que acaba de conocer.

Su regalo fue este maravillo dibujo, demostrando su capacidad de artista, que es mucho mayor que la nuestra, el tiempo que compartió con nosotros y su despedida cogiendo mi mano para llevarme consigo. Sus abrazos tiernos y verdaderos y sus sonrisas a lo largo de toda la hora que compartió con nosotros.

Y nos fuimos a casa pensando que, por un momento, habíamos tenido la suerte de tener a alguien a nuestro lado que nos quiere de verdad, que nos dio su mundo aún sin conocernos y que nos demostró que una sonrisa es la mejor manera de demostrar complicidad a los demás.

¡¡Ojalá todos fuésemos como tú, pequeño!!


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